¿Es como un masaje? ¿Una clase de Yoga? ¿O un tipo
de meditación? El ABC de una de las técnicas de moda.
Claudio Márquez
Mucho
se habla acerca del Reiki, aunque poco se sabe sobre él. En pocas palabras, es
la energía que se mueve por el cuerpo y que se transfiere de una persona a
otra. Durante el tratamiento el practicante apoya el movimiento de esta energía
dentro del cuerpo del receptor, sin necesidad de manipularla.
Surgió como práctica espiritual en Japón, a comienzos del siglo
XX, y empezó a difundirse entre monjes practicantes de artes marciales y
oficiales de la marina. Resultaba llamativo el diferente grupo de personas que
tomaban sesiones de Reiki. ¿Qué era lo que resultaba atractivo de aquella
práctica? Pues, seguramente, parte de su éxito se basa en su simplicidad e
incluso en la forma fácil en que se lo aprende.
La persona se acuesta sobre una camilla, cierra sus ojos y, sin
sacarse la ropa, se relaja en una forma activa. A diferencia de los sistemas de
relajación clásicos, donde la persona se vuelve pesada o incluso se duerme, en
este caso se da una relajación plenamente atenta. En ningún momento el
individuo pierde la noción de la realidad. Esto es muy útil, ya que
permite a los sujetos mantenerse tranquilos, incluso en medio del ruido y del
caos cotidiano.
Las manos del terapeuta van recorriendo el cuerpo sin tocarlo, en
posiciones previamente determinadas, con la continuidad justa en tiempo y la
suavidad propia de este sistema de relajación japonés. Pasan los minutos y,
dependiendo de las necesidades de cada uno, el terapeuta irá posando sus
manos a la altura de distintos órganos para que cada uno de ellos se distienda.
Reiki se basa en la transferencia de una fuerza vital generada por
el Sol y recibida por el cuerpo humano, que es capaz de canalizarla y
transmitirla, mediante una corta capacitación. En ella, cada persona es
instruida para volverse canal de dicha energía y así no perder la propia ni
cargarse con negatividades ajenas.
La sesión continúa por la espalda, llega hasta los pies y, al
finalizar, una honda sensación de paz invade todo el cuerpo. El sujeto se
mantuvo dentro de la misma realidad, pero ahora está más consciente de todo
aquello que lo acelera en el día a día. La persona aprende a salirse de
ese lugar, no por la indicación del terapeuta, ya que la sesión es en silencio,
sino porque recupera nuevamente su centro.
Mediante lo simple, el Reiki hace que las personas recuperen
la vida que creían complicada y difícil.
Escrito
por mi Maestro de Reiki:
Por Claudio
Márquez, miembro fundador de la Asociación Argentina de Reiki y director de la
escuela Armonizate.
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